sábado, 30 de abril de 2016

Líderes republicanos comienza a hacer las paces con Trump


WASHINGTON. Pensaban que era imposible. Algunos aún temen que ocurra. Otros apenas lo pueden creer. Pero los líderes republicanos están comenzando a aceptar la idea de que Donald Trump será el nominado presidencial de su partido.

 Después de los contundentes triunfos del empresario en las elecciones primarias de cinco estados del este del país esta semana, un creciente número de líderes republicanos a nivel nacional y legisladores del Partido Republicano en el Capitolio dicen que Trump ha conseguido un indiscutible aire de inevitabilidad. 

 Algunos argumentan que deberían apoyarlo ahora y abandonar los esfuerzos de “Nunca Trump” que aún alimentan algunos dentro de la dirigencia republicana. Prohijar a Trump, dicen estos republicanos, puede ser la única esperanza del Partido Republicano para bloquear el camino la presidencia de la demócrata Hillary Clinton en noviembre.

 “Donald Trump va a ser nuestro nominado”, escribió el gobernador de Florida Rick Scott en Facebook esta semana. “Los líderes republicanos en Washington no lo escogieron, pero los votantes republicanos en todo Estados Unidos sí lo eligieron. Los votantes han hablado”.

 “Los republicanos necesitan ahora unirse”, escribió Scott, advirtiendo que esa continua oposición a Trump “no será nada más que una contribución a la campaña de Clinton”.

 En el Capitolio ha sido marcadamente más fácil encontrar apoyo para Trump.

 “No comprendo, es decir, no se trata de ‘Nunca Trump’; se trata de ‘Nunca Hillary’. Nunca, nunca, nunca Hillary. Por favor. Enfrenten la realidad”, dijo el legislador Mike Kelly, de Pennsylvania, quien a inicios de esta semana emitió su voto por Trump, junto con todos los miembros de su numerosa familia y 57% de los votantes en las primarias republicanas de su estado.

 “Nunca he visto a un partido atacar a uno de sus propios candidatos con esta agresividad”, dijo Kelly con respecto a figuras de la dirección del partido que se oponen a Trump, lo cual atribuyó a una actitud elitista de Washington desconectada de los votantes.

 Por ERICA WERNER